¿Qué es el Aikido?

 


"En tu adiestramiento, no te apresures, ya que dominar lo básico y llegar al primer peldaño lleva un mínimo de diez años. Nunca te imagines ser maestro de la perfección que todo lo conoce; debes continuar tu entrenamiento diario junto a tus amigos y discípulos y progresar juntos... “

 

O-Sensei Morihei Ueshiba

El Aikido es un Arte Marcial creado en Japón en el siglo XX por el Gran Maestro, o en japonés, O-Sensei Morihei Ueshiba, después de una vida dedicada a la práctica de las Artes Marciales. La idea principal del Aikido se basa en aprovechar el ataque del oponente para inmovilizarlo mediante una luxación o proyectarlo al suelo, provocando en ambos casos la caída del adversario. Este tema en Aikido es sumamente importante, ya que aprender a caer, que no a tirarse, permitirá que podamos atacar con más confianza, y al atacar con más confianza esto provocará que nuestro ataque al mismo tiempo sea mejor, más potente, más estable, más controlado. Precisamente el hecho de las caídas provoca en practicantes ajenos a este marcial la sobre conocida crítica de “ los de las falditas,  se tiran”, frase que menciono en honor a Òscar, maestro de Aikido en Alcobendas y que tiene un genial podcast de Aikido con la misma frase.

Antiguamente se decía que los tres primeros años de entrenamiento en Aikido son para aprender a caer, y recuerdo que desde el inicio de mi entrenamiento, mi Maestro, Sensei en japonés, insistía en la idea que antes de querer hacer bien las técnicas de Aikido, debía aprender a ser un buen atacante, uke en japonés. Así lo hice, y mi objetivo hasta el día de hoy sigue siendo eso, atacar de la forma más honesta y correcta posible, al 100% cuando el compañero lo permite. Para mí es la mejor forma de entender luego el estudio de las técnicas. Como toda práctica, la parte mental del entrenamiento es sencilla, Uke te ataca y tú debes inmovilarlo o proyectarlo, has de moverte con él, no adelantarte ni retrasrte a su movimiento. Encontrar la distancia correcta y el timing preciso. Ideas básicas y sencillas que después a la hora de reproducirlas físicamente se convierten en un obstáculo, demostrándote que tu cuerpo no es tan listo como tu mente cree. Es en este conflicto donde surge el Camino, donde surge la decisión de querer aprender o no. Y ese Camino no concede atajos ni medias tintas, es un Camino de compromiso, de perseverancia, de muchas decepciones pero también de muchas alegrías. El conflicto como el Camino no tiene final, conforme avanzamos más conscientes somos de todo lo que nos sobra a la hora de hacer las técnicas y los ataques. La idea es siempre llegar a la expresión más sencilla: “ Ataca, proyecta, inmoviliza, sé uno con tu adversario”. Como decía Bruce Lee el conocimiento verdadero tiene más que ver con quitar que con seguir añadiendo, como un escultor que golpea una roca hasta que la escultura que busca se muestra. La forma de lo que busca está ahí, enterrrada bajo kilos de piedra. Su misión es eliminar todo lo que sobra hasta que la figura, la Verdad de lo que busca aparece. No es un Camino fácil, pero es el Camino. Necesita de nuestra paciencia y cariño, que como dice el Doctor Mario Alonso Puig son las cualidades necesarias para desarrollar cualquier actividad a la que nos enfrenremos. Al final todas las teorías y estudios acerca del aprendizaje o métodos de entrenamiento se basan en dos premisas muy sencillas: paciencia y cariño.

En nuestra sociedad de hoy en día, donde la inmediatez parece ser uno de los valores más preciados, queremos las cosas a golpe de un click, la práctica de las Artes Marciales parece no tener cabida, pero no estoy de acuerdo con esa idea, de hecho pienso que son más necesarias que nunca, ya que nos proporcionan herramientas para poder lidiar mejor con esa vorágine que nosotros mismos hemos creado. Las cosas que importan no se consiguen de hoy para ya, ni de hoy para mañana. Cualquier cosa que nos importe y nos propongamos alcanzar requiere tiempo, y el tiempo es uno de los verdaderos maestros, ya que tiene la cualidad de poner a las cosas y a las personas en su lugar. Muchas veces acude gente al Dojo que quiere empezar la práctica de Aikido. Normalmente les dejo hablar y noto como tienen mucha prisa por aprender. Mi respuesta a sus preguntas de cuánto tiempo cuesta hacer lo que tú haces suele ser, “ primero comprométete a venir a entrenar. El resto vendrá solo”. Puedo observar que a pesar del sí como rspuesta no llegan a entender la respuesta…. O sí, pero el aprendizaje que han recibido hasta el día de hoy, el conseguir las cosas con relativo poco esfuerzo, el tener la supervivencia regalada, interfiere con esa respuesta, y tras un mes medio asistiendo a las clases abandonan, comprobando que esto no es tán fácil como parece, no es lo mío…

El Aikido, como el resto de Artes Marciales basadas en el Jiu-Jitsu tiene la peculiaridad de que cada técnica que realizas es un pequeño examen. Enseguida compruebas si lo que haces funciona o no, ya que debes coger a otra persona y llevarla al suelo a través de una proyección o una luxación...¡y coño! ¡no me sale! En otras Artes Marciales la percepción de mejora puede ser más engañosa, ya que si te dedicas a golpear al aire, más bien o más mal, estarás golpeando, y parecerá que haces algo. Sin embargo en Aikido si no lo haces bien sólo te das cuenta de eso, de que no eres tan listo, ni tan guapo, ni tan estupendo como te crees...Ahí está el momento, ahí surge tu decisión, ¿quieres aprender?¿quieres conocerte mejor?¿qué vas a hacer?






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