Fuerza

 


" No hay atajos

No hay trucos

Si quieres tomar el camino fácil,

te aseguro que será más largo y doloroso que el difícil"

 

Jocko Willink

 

En nuestra práctica de Aikido parece haber una máxima que condena el uso de la fuerza. El uso de la fuerza para resolver una técnica suele estar desaconsejado, y si nos quedamos con esta impresión superficial puede que lleguemos a juzgar mal nuestra práctica. En primer lugar estaría bien saber que se define como fuerza. Fuerza según su definición es la capacidad física para realizar un trabajo o un movimiento, luego el simple hecho de movernos implica que debemos realizar...Fuerza.

Así pues deberíamos matizar mejor esa máxima de no usar la fuerza, y lejos de caer en el pillulismo de Star Wars, deberíamos decir que forcejear para ejecutar una técnica es desaconsejable y se aleja del objetivo de la práctica de Aikido, pero trabajar nuestra fuerza, estar más fuertes, ser más fuertes física, mental y espiritualmente debería ser uno de nuestros objetivos de la práctica. Necesitamos fuerza física para dar una mejor versión de nuestro trabajo en el Dojo, necesitamos ser fuertes mentalmente para ser capaces de acudir a nuestro entrenamiento y no caer en el Infinito Mundo de las Excusas, necesitamos ser fuertes espiritualmente porque la Vida nos va a poner a prueba muchas veces, y de esas muchas, algunas inesperadas. 

 


 

Uno de los errores que percibo en mucha gente que práctica Aikido es ese aire de condescendencia hacia otras Artes Marciales donde el uso y el empleo de la Fuerza es algo cotidiano. Es como si fueran unos bárbaros aprendiendo a luchar y los aikidokas fuéramos refinados guerreros, pero nada más lejos de lo cierto. No deberíamos diferenciarnos del resto de nuestros hermanos practicantes y hacer uso de aquello de lo que nos vanagloriamos. El Aikido es un arte marcial que busca el entendimiento, pero que poco uso hacemos de ellos. Nosotros mismos somos cuatro gatos y andamos separados en diversas asociaciones. El hecho de que no exista un combate o competición que determine quién es el más fuerte, el mejor preparado hace que nos desviemos del Camino. En el Aikido no existe la competición, no tiene sentido, pero no por ello debemos rebajar nuestras expectativas. De hecho deberíamos ser más exigentes con nosotros mismos. El origen del Aikido está en el Jiu Jitsu, en la pelea sin armas dentro de un campo de batalla. O-Sensei vislumbró que matando a nuestro enemigo llegábamos a un callejón sin salida, que si conseguíamos salir los dos vivos, mi enemigo y yo, surgía una nueva posibilidad, un nuevo Camino....el de llegar a entendernos.


Así que tal como lo veo yo, una de las formas más correctas de ser honestos con nuestro entrenamiento, con nuestros compañeros, con nuestro Sensei y con nosotros mismos, es mantenerse fuertes, mantener un buen estado de forma que me permita una mejor ejecución de mi entrenamiento. Cada uno de nosotros ha de mirarse y ver que es lo que necesita, pero para mí queda claro que la Fuerza es otra parte esencial del entrenamiento.




 

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