El Camino del Arco

 




"Tengo que estar concentrado, mantener la calma, hacer con amor el trabajo que escogí, y jamás tener apego al momento presente. Porque la muerte sigue todavía muy cerca de mí, el abismo está a mi lado y yo camino por el borde"


Tetsuya en El Camino del Arco

Paulo Coelho


Pequeña gran historia que encontré en internet escrita por el Gran Paulo Coelho. Al ver el título no pude evitar leerla del tirón. Las primeras sensaciones que tuve me retrotrajeron a mi adolescencia en Sant Joan de Moró, donde me pasaba horas practicando en el huero de al lado de casa de mis padres practicando con el arco que me había regalado mi abuela, un arco compuesto, formado por una pieza central y dos palas de fibra de vidrio, que no hacían más que alimentar mi sueño adolescente de convertirme en un superhéroe cuando fuera mayor. Por descontado mis héroes favoritos eran Ojo de Halcón y Green Arrow, amén de The Question. Todos ellos compartían una cosa en común, no tenían poderes, eran seres humanos normales. También estaba Batman, pero eso ya es otro cantar. 

La lectura me ha resultado un descubrimiento increíble, ya que conforme iba leyendo, en mi cabeza no paraba de hacer paralelismos entre lo que leía y mi práctica de Aikido. La historia relata un momento puntual en la vida de Tetsuya, un carpintero que vive en un pueblo apaciblemente hasta el día que aparece en su casa un extraño y menciona delante de un chico que suele hacer compañía a Tetsuya que el apacible carpintero no es quién dice ser, ya que en realidad es un Sensei de Kyudo, de hecho, es el mejor y el más famoso Sensei de Kyudo. El chico no da crédito a las palabras del extraño, pero ante la insistencia de éste, Tetsuya acepta a que compruebe su habilidad en el arte del tiro con arco. El extraño da muestra de su habilidad pero ante la prueba que le pone Tetsuya fracasa y le pide que le acepte como alumno. Tetsuya le indica que no es necesario y le da unos consejos para que llegue a Ser uno con su arco. El chico mientras tanto se queda ojiplático al descubrir que el carpintero es un Maestro de Artes Marciales. Le pide que le enseñe y al final Tetsuya accede poniéndole unas condiciones.

Las condiciones que le pone son el grueso de esta corta pero fantástica historia. He apuntado ciertos pasajes de la historia para poder darles un paralelismo con el Camino del Aikido.




"Continúa en el camino del arco, pues es el recorrido de una vida. Pero aprende que un tiro correcto y certero es muy diferente a un tiro con paz en el alma."

Esta primera frase nos la podemos aplicar todos los practicantes de Artes Marciales, o de cualquier Camino que escojamos para desarrollarnos en la Vida. El aprendizaje nunca termina, y la Paz que tanto ansiamos se halla en nuestro interior. Descubrirla, llegar a ella nos requerirá de mucho tiempo y paciencia.

"Hace apenas unos minutos, me llamaste maestro. ¿Qué es un maestro? Yo te respondo: no es aquél que enseña algo, sino quien inspira al alumno a dar lo mejor de sí para descubrir un conocimiento que ya tiene en el alma."

La descripción de lo que es ser un Sensei, un Sifú, un Maestro...más un guía que una figura de autoridad.

"El arquero que no comparte con otros la alegría del arco y de la flecha, jamás conocerá sus propias cualidades y defectos. Por lo tanto, antes de ponerte a buscar nada, búscate aliados: gente que se interesa por lo que estás haciendo. No digo: "busca otros arqueros." Digo: encuentra personas con diferentes habilidades, porque el camino del arco no es diferente de cualquier otro camino que se sigue con entusiasmo. "

La práctica no puede aislarnos de nuestros congéneres, pero hay que saber elegir bien con quién nos juntamos. Es importante tener buenos amigos.

"El arco es la vida: dale toda tu energía. La flecha partirá un día. El blanco está lejos. Pero el arco permanecerá siempre contigo, y hay que saber cuidarlo. Necesita períodos de inactividad: un arco siempre armado, en estado de tensión, pierde su potencia. Por tanto, déjalo que repose y recupere su firmeza. Así, cuando estires la cuerda, estará contento y con su fuerza intacta."

El Aikido siempre permanecerá contigo, pero has de saber encontrar el equilibrio entre la práctica y el resto de tus actividades diarias. No te obceques en una sola cosa, levanta la cabeza y mira. Respira. La práctica es un progreso a largo plazo. Ten más anchura de miras.



"La flecha es el intento. Es lo que une la fuerza del arco con el centro del blanco. El intento tiene que ser cristalino, recto, bien equilibrado. Una vez haya partido no volverá, por lo que, si los movimientos que llevaron hasta el tiro no fueron precisos y correctos, es mejor interrumpirlo que actuar precipitadamente sólo porque el arco ya estaba tenso y el blanco, esperando. Pero jamás dejes de soltar la flecha si lo único que te detiene es el miedo a errar. Si has hecho los movimientos correctos, abre la mano y suelta la cuerda. Aunque no des en el blanco, sabrás afinar la puntería la próxima vez. Si no te arriesgas, nunca sabrás qué cambios eran necesarios. Cada flecha deja un recuerdo en tu corazón, y es la suma de estos recuerdos lo que te hará disparar cada vez mejor."

La intención correcta en nuestra práctica, ni demasiada tensión, ni demasiada relajación. El punto medio, el equilibrio que nos permita seguir avanzando.

"El blanco es el objetivo a alcanzar. Fue escogido por el arquero, pero está lejos, y no podemos jamás culparlo si no lo alcanzamos. En eso reside la belleza del camino del arco: nunca puedes disculparte diciendo que el adversario era más fuerte. Tú escogiste tu blanco y eres responsable de él. El blanco puede ser mayor o menor, estar a la derecha o a la izquierda, pero tú siempre tienes que colocarte frente a él, respetarlo y hacer que se aproxime mentalmente. Sólo cuando se encuentre en la punta de tu flecha debes soltar la cuerda. Si ves el blanco como enemigo, podrás quizá acertar el tiro, pero no conseguirás mejorarte en nada a ti mismo. Te pasarás la vida intentando colocar una simple flecha en el centro de una cosa de papel o madera, lo que es absolutamente inútil. Y cuando estés en compañía, te quejarás de que no haces nada interesante. Por eso, debes escoger tu blanco, dar lo mejor de ti para alcanzarlo."

Nuestro compañero nos ayuda a seguir avanzando en la Vía. Trátalo con respeto y agradecimiento, gracias a él somos conscientes de lo mucho que nos queda por aprender. Lo mismo puede decirse de tu Sensei, pero multiplicado por diez.




" Una vez se ha entendido el arco, la flecha y el blanco, hay que tener serenidad y elegancia para aprender la práctica del tiro. La serenidad viene del corazón. Aunque muchas veces lo atormenta la inseguridad, el corazón sabe que, a través de una postura correcta, conseguirá dar lo mejor de sí. La elegancia no es algo superficial, sino la manera que encontró el hombre para honrar la vida y el trabajo. Por eso, cuando a veces sientes que la postura te incomoda, no debes pensar que es falsa o artificial: es verdadera porque es difícil."

"Sujetar la flecha es estar en contacto con su intención. Hay que mirarla en toda su longitud, ver si las plumas que guían su vuelo están bien colocadas, verificar la punta y cerciorarse de que está afilada, y comprobar que está recta y no quedó curvada o dañada en un tiro anterior. La flecha, con su simplicidad y liviandad, puede parecer frágil, pero la fuerza del arquero consigue que pueda llevar consigo la energía de su cuerpo y de su mente. "

"Ten calma y respira profundamente. Todos tus movimientos son percibidos por tus aliados, que te ayudarán en lo que sea necesario. Pero no olvides que también el adversario está observando, y conoce la diferencia entre la mano firme y la mano trémula: por lo tanto, si estás tenso, respira hondo, pues eso te ayudará a concentrarte en todas las etapas del tiro. En el momento en que sujetas el arco y lo colocas, con elegancia, delante del cuerpo, repasa mentalmente cada etapa que te llevó a preparar el tiro. Pero hazlo sin tensión, pues es imposible tener todas las reglas en la cabeza. Y con el espíritu tranquilo, a medida que repases cada etapa, te darás cuenta de cuáles fueron los momentos más difíciles, y de cómo los superaste. Eso te dará confianza, y tu mano dejará de temblar."

"Muchos arqueros se quejan de que, a pesar de haber practicado el arte del tiro durante años, aún sienten que el corazón se les dispara de ansiedad, que les tiembla la mano, que les falla la puntería. Tienen que entender que aunque un arco o una flecha no pueden cambiar nada, el arte del tiro hace que nuestros errores sean más evidentes. El día que no sientas amor por la vida, tu tiro será confuso, complicado. Verás que estás sin fuerza suficiente para estirar al máximo la cuerda y que no consigues hacer que el arco se curve como debe. Esa mañana, cuando veas que tu tiro es confuso, intenta descubrir qué provocó tal imprecisión. Ello hará que tengas que enfrentarte a un problema que te incomoda, pero que hasta entonces estaba oculto. También sucede lo contrario: tu tiro es seguro, la cuerda suena como un instrumento musical, los pájaros cantan alrededor. Entonces te darás cuenta de que estás dando lo mejor de ti mismo. Mientras tanto, no te dejes llevar por los tiros de la mañana, sean éstos precisos o inseguros. Te quedan aún muchos días por delante, y cada flecha es una vida en sí misma. Aprovecha los malos momentos para descubrir qué te hace temblar. Aprovecha los buenos momentos para encontrar el camino que ha de llevarte a la paz interior. Pero que ni temor ni alegría te detengan: el camino del arco es un camino sin fin."

"Existen dos tipos de tiro. El primero es aquél que se da con precisión, pero sin alma. En este caso, aunque el arquero tenga un gran dominio de la técnica, se concentra exclusivamente en el blanco, y por eso no ha evolucionado, se ha vuelto repetitivo, no ha conseguido crecer, y un día dejará el camino del arco, pues siente que se ha convertido en una rutina. El segundo tiro es el que se da con el alma. Cuando la intención del arquero se transforma en el vuelo de la flecha, su mano se abre en el momento justo, el sonido de la cuerda hace que los pájaros canten, y el gesto de disparar a algo en la distancia provoca, paradójicamente, un retorno y un encuentro con uno mismo."

Todas estas citas hacen referencia a aspectos técnicos y teóricos de la práctica, oídos, citados, leídos cientos de veces en nuestra práctica y común a nuestras hermanas marciales. Aún así no por ser repetidos cientos de veces dejan de tener valor. De hecho en este pequeño cuento aumentan su valor como fuente de inspiración para nuestro entrenamiento. 



" El gesto es la encarnación del verbo. En otras palabras, una acción es un pensamiento que se manifiesta. Un pequeño gesto nos denuncia, de modo que tenemos que perfeccionar todo, pensar en los detalles, aprender la técnica de tal manera que se vuelva intuitiva. La intuición no tiene nada que ver con la rutina, sino con un estado espiritual más allá de la técnica. Así, después de mucho practicar, ya no pensamos en todos los movimientos necesarios. Éstos pasan a formar parte de nuestra propia existencia. Pero para eso hay que entrenar y repetir. Y, si no fuera suficiente, entrenar y repetir. Observa a un buen herrero trabajando el acero. Para el ojo inexperto, no hace sino repetir los mismos martillazos. Pero quien conoce el camino del arco, sabe que cada vez que levanta el martillo y lo hace descender, la intensidad del golpe es diferente. La mano repite el mismo gesto, pero conforme se acerca al hierro, sabe que debe tocarlo con más dureza o con más suavidad. Así es con la repetición: aunque parezca igual, siempre es distinta."

La importancia de una práctica regular. Una práctica seria y comprometida que no tiene que estar exenta de momentos de alegría. La práctica en sí misma es una alegría. Trabajar y esforzarnos sobre nosotros es una de las mejores cosas que podemos hacer en la Vida. Llegar a ser cada día un poquito mejor que el día anterior.

"El arquero aprende cuando olvida las reglas del camino del arco y pasa a actuar basándose sólo en su instinto. Pero para olvidar las reglas antes hay que conocerlas y respetarlas. Cuando alcanza este estado, ya no necesita de los instrumentos que lo ayudaron a aprender. Ya no necesita del arco, ni de las flechas, ni del blanco, porque el camino es más importante que aquello que lo llevó a caminar. De la misma forma, llega el momento en que el alumno que está aprendiendo a leer se libera de las letras aisladas y pasa a crear palabras con ellas. Sin embargo, si las palabras estuviesen todas unidas, no tendrían sentido o dificultarían mucho su comprensión: es necesario que existan espacios entre las palabras. Es necesario que, entre una acción y la siguiente, el arquero recuerde todo lo que hizo, converse con sus aliados, descanse y se sienta alegre por el hecho de estar vivo. El camino del arco es el camino de la alegría y del entusiasmo, de la perfección y del error, de la técnica y del instinto. Pero sólo lo aprenderás a medida que vayas tirando tus flechas."

El resumen a lo que aspiran aquellos que practican con sinceridad. El Aikido se convierte en parte de uno siempre, sin distinción de tiempo o lugar, o actividad que realicemos.

Como veis una pequeña lectura que tiene un gran mensaje. Os animo a leerlo y que saquéis vuestras propias conclusiones.




  


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