Efectivo... pero sin olvidar que hacemos Aikido

 


"En nuestras técnicas entramos completamente, nos mezclamos en totalidad y controlamos con firmeza un ataque. La fuerza se encuentra cuando el ki es estable y está concentrado; La confusión y la malicia surge cuando el ki se estanca"

Morihei Ueshiba O-Sensei


Esta entrada tiene como objeto reflejar esa parte menospreciada y ridiculizada en las épocas actuales a través de la cantidad de vídeos en Youtube, realizada por supuestos expertos marciales, y que hablan sin ningún pudor acerca de la eficacia del Aikido. Este tema es algo que me viene molestando hace tiempo y del cual ya he dejado varias opiniones al respecto, pero el otro día entrenando en el Dojo, el Sensei hizo una matización acerca de cómo deberíamos realizar un Shihonage, donde no debemos olvidar la parte de la técnica que supone hacer daño, o lo que se conoce hoy en día como efectivo, pero al mismo tiempo debemos recordar que hacemos Aikido. Si lesionamos a nuestro compañero, algo que podríamos hacer siempre a la hora de realizar las técnicas, nos quedaremos sin nadie con quien entrenar, y al mismo tiempo ese exceso de ímpetu, el ansia por dañar a nuestro compañero, haría que la técnica en sí dejara de funcionar, ya que con este ansia lo primero que conseguimos es bloquear a nuestro compañero.


 En Aikido trabajamos en pareja, y muchas de las técnicas son agarres, que es una de las mejores formas de poder notar a nuestro compañero, ya que si ponemos mucha fuerza o mucha agresividad nuestro compañero la recibe, y la primera reacción que se produce en su cuerpo es bloquearse, con lo cual nuestro trabajo ya no es bueno. Para sortear esta situación podemos optar por hacer fuerza, pero si nuestro compañero es más fuerte o tiene más nivel que nosotros, la técnica, el trabajo deja de funcionar.



La dificultad del trabajo de Aikido reside precisamente en eso, en gestionar una situación violenta de manera serena, manteniendo una actitud correcta y equilibrada bajo presión, bajo la situación de que somos atacados, bajo la intención de alguien que pretende agredirnos. La aceptación de Uke, del atacante, poco tiene que ver con el misticismo y otros pensamientos happy flowers, la aceptación de nuestro enemigo se manifiesta físicamente. El no-rechazo, el aceptar lo que hay provoca que Uke no tenga un punto en el que canalizar toda la energía de su ataque, provoca que Uke se desequilibre, y en ese desequilibrio ocurre la técnica de Aikido. Algo fácil de explicar, y muy difícil de plasmar físicamente.


Podemos entrenar físicamente para estar muy fuertes, para ser unos súper atletas, pero la Fuerza sin técnica no funcionará. Lo mismo ocurre al revés, la Técnica necesita de la Fuerza para una correcta ejecución. No hay que volverse un súper atleta, pero si debemos mantener un estado de forma óptimo que nos permita desarrollar la mejor versión de nuestro trabajo.



Esto es Aikido, un Arte Marcial que puede ser totalmente destructivo. Cuando empecé a entrenar estaban de moda las películas de Steven Seagal, las buenas, las que se estrenaban en el cine, donde Steven hacía gala de un Aikido chulesco y duro, impactante rompiendo codos, muñecas, cuellos y una variedad de formas de dañar al contrincante que nos volvían locos en las salas de cine. Puso de manifiesto la dureza de las técnicas de Aikido, pero O-Sensei  que pasó por varias guerras y desafíos de combates ideó el Aikido para que el resultado de una pelea, el resultado que es tan antiguo como nuestra especie humana, el resultado que gritaban en la Cúpula del Trueno "dos entran, uno sale", fuera diferente. Si consigo no matar a mi enemigo, si consigo no vencerle a través del daño excesivo, si consigo vencer de forma que el resultado sea beneficioso para ambos, habremos descubierto una forma más civilizada de resolver nuestras diferencias.


A menudo se nos acusa a los practicantes de Artes Marciales de ser personas violentas, y sin embargo las connotaciones violentas son más evidentes en otros ámbitos de la Vida. El fútbol, el deporte rey, que tantos años he jugado y que amo con locura, suele ser caldo de esta violencia. El humillar a tu contrincante, el no reconocerle sus méritos, el lo mío es bueno y lo tuyo malo, todo esto alimentado por los medios de comunicación, que jalean en una dirección u otra según la afinidad con un equipo u otro, es más propio de esa época donde las peleas se ganaban así...yo gano, tú mueres, o, yo pierdo, tú ganas.

Que renunciemos a lastimar a nuestro compañero no quiere decir que nuestro Arte Marcial sea ineficaz. Que no nos dediquemos a insultarnos y luego nos peleemos bajo unas determinadas reglas no significa que el Aikido sea ineficaz. En estos tiempos  de tanta gilipollez mental, de tanto ofendido, de tanto postureo, el Aikido es más necesario que nunca. El Aikido nos ayuda a ser normales, a reírnos de las cosas y de nosotros mismos, a no creernos el centro del Universo, a vivir la vida con un poco más de libertad y alegría.



 

Comentarios

Entradas populares de este blog

Detrás de las apariencias

Lucha eterna

Bill Finger