Encontrarse la técnica
"El Aikido cambia constantemente.
Lo que no cambia son los principios"
Christian Tissier Sensei
Otra lección de esas que se repiten de manera constante en nuestra práctica. La mayoría de las veces practicando nos empeñamos en realizar la técnica que hemos visto hacer al Sensei en clase, pero dejamos de lado uno de los principios básicos del Aikido y uno de los que más choques nos producen tanto a nivel físico como a nivel mental. Hay que hacer Aikido con nuestro compañero y a pesar de que a la hora de entrenar todo está dicho, sé que ataque realiza mi compañero y él sabe que técnica voy a realizar, no puedo ir a realizar la técnica de una forma predeterminada, porque el trabajo "real" no tiene nada que ver con esto.
Las técnicas de Aikido son un pequeño combate en sí mismas aunque todo esté pactado. Y la esencia del combate es el Caos, ya que en realidad nunca sabré a ciencia cierta cómo me va a atacar mi compañero. Los principios que rigen la práctica tienen su origen en el combate: estar con el otro, sentir al otro más que verlo, intención sobre intención, anticiparse, el ritmo...todas esas variables que hay que tener en cuenta pero que hay que ejecutarlas en un pequeño espacio de tiempo.
Tamura Sensei decía que las técnicas de Aikido debían ser como cuando vas andando y te tropiezas con una piedra. Esa sensación de caerte, esa sensación de tropezar con algo imprevisto, es a lo que nos debería recordar nuestra sensación a la hora de ejecutar las distintas técnicas de Aikido. Puedo dar fé de estas palabras ya que en los cursos de Tamura Sensei donde tuve la fortuna de atacarle para demostrar la técnica que el Sensei quería enseñar en ese momento, mi sensación cuando atacaba era primero la de sentirme incómodo, nunca podía atacar con la tranquilidad que atacaba al resto de mis compañeros de entrenamiento, segundo que lo único que percibía era que atacaba y acto seguido estaba en el suelo y por último cuando intentaba atacar al Sensei desde mi posición en el suelo él no me lo permitía, de alguna manera era capaz de leer mi intención y le ponía fin antes de empezar.
Mi Sensei, sigue los pasos de su querido Tamura Sensei, y al igual que él, la técnica empieza a llegarle de forma natural, sin forzarla, permitiendo que Uke desarrolle todo su trabajo pero sabiendo Uke que no tiene ninguna opción más que seguir atacando si no quiere terminar lastimado, no por la acción del Sensei sino por romper el movimiento.
Otra gran lección de Aikido que se puede aplicar al resto de nuestros quehaceres diarios, y como toda gran frase, fácil de decir, difícil de llevarla a cabo.
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