Cuando seas mayor....comerás huevos

 

"En el fragor de una acción marcial es importante

transcender el Yo.

Cada movimiento ofrece la ocasión de una autorrevisión"

Mitsugi Saotome Sensei

El pasado jueves 23 de Noviembre de 2023  se celebraron los exámenes de Shodan en los cuales participaron cuatro compañeros de entrenamiento, uno de ellos era mi hija pequeña que este año cumple 16 años. Los exámenes se realizaron después de la clase habitual en el Dojo y durante cuarenta minutos los candidatos hicieron las técnicas y ataques que el tribunal pedía. 

Cada uno con su manera de trabajar, con su manera de entender el Aikido, hicieron lo que pudieron, no deteniéndose en ningún momento. Y aunque el cansancio y la pequeña frustración por no acordarse de una técnica concreta hicieron presencia, persistieron y no dejaron de trabajar en ningún momento. 

Me tocó formar parte del tribunal, algo que nunca me hace gracia, ya que prefiero estar en el tatami que observando el trabajo de mis compañeros. No me siento cómodo evaluando el trabajo de otros, ya que por norma general mi criterio no suele coincidir con la decisión del tribunal. Tal vez sea por haberme tenido que currar mucho los pases de grado con Tamura Sensei y con Tomás Sánchez Sensei, pero mi concepto de lo que es un examen no es el mismo. No quiero decir que mi criterio sea el correcto, de hecho, lo más seguro es que esté equivocado, pero  crecí con las enseñanzas de mi padre de que hay que currar y ganarse las cosas, y probablemente peque de poner más energía, más locura si cabe, a la hora de realizar el pase de grado. Pero remarco, para que no se me ofendan, mi forma de ver el entrenamiento no es la normal. Intento suplir mi falta de entendimiento con ganas de trabajar, pero eso no es señal de que sea lo correcto. Tan sólo practico el Aikido como lo siento, sin excusas, dándolo todo, si pierdo, gano, alcanzo algo de entendimiento no puede ser sabiendo que salgo del Dojo pudiendo haber hecho algo más. Limitado pero con mis limitaciones a muerte con ellas.

Como mencioné más arriba, mi hija era uno de los candidatos a Shodan. Realizó un buen examen a pesar de su edad, ya que la experiencia como todo en la Vida, es un grado. Verla desenvolverse en el examen con la soltura al principio y con la determinación después me hizo sentirme tremendamente agradecido de ser su padre, al mismo tiempo que pensaba que si la Abuela venía pronto a visitarme, algo de mi trabajo en este Camino del Aikido perduraría. Parece que los años y horas que hemos pasado entrenando juntos no han sido en balde, y que prosiga su propio Camino dentro del Aikido es la mejor recompensa que como padre podía esperar. 

El resto de compañeros también hicieron un buen examen, lástima que como les dije, no hubiéramos tenido más tiempo para prepararlo mejor, porque estoy convencido que aún lo hubieran hecho mucho mejor. 

Ahora que ya han alcanzado el grado de Shodan, el grado que les acredita oficialmente como aprendices, espero que no abandonen la práctica y que no olviden que por encima de los grados están los lazos de unión que se forjan en la práctica diaria de Aikido en el Dojo. Al final y con el paso de los años los grados ahí están, pero el poder compartir tatami con tus compañeros después de tantos años es el mejor regalo que uno puede obtener.

La mayoría de nosotros entramos en esto del Aikido con la única idea de aprender un Arte Marcial. Los grados, el reconocimiento, el ser un Maestro es algo que nos sonaba lejano en nuestros inicios, y que al menos para mí, sigue sonando muy lejano. 

Estos años de pandemia me han enseñado que sin tus compañeros de entrenamiento no eres nada, da igual el grado que poseas. Si no puedes compartir tu práctica nada tiene sentido. Para la práctica de Aikido se necesitan al menos dos personas, solos no podemos progresar.

Otras gran lección que aprendemos en cada práctica a la que asistimos. Enhorabuena a los nuevos Shodan y, sí Noa, enhorabuena para tí. Tu padre está muy orgulloso de tener la gran suerte de estar a tu lado y verte crecer.

Gambaru!!