El Reino del Polvo, parte V ( Final y conclusiones)

 



"Mano de demonio, corazón de Buda."


Proverbio Japonés


Llegamos al final de este apasionante libro que durante sus trescientas páginas nos ha mostrado las vivencias del Sensei Piotr Masztalerz como Uchi deshi del gran Sensei Kazuo Chiba. Escrito desde las entrañas de su cerebro y posiblemente de sus tripas, el viaje que nos narra el Sensei Piotr desde su infancia en Polonia hasta su vida adulta como Uchi deshi en San Diego, terminando con su Dojo en Breslavia donde ejerce como Sensei de Aikido y da clases una media de cinco a seis horas diarias, es sencillamente envidiable en lo que a me concierne. La lectura del libro ha revivido esa época en la que junto a mi Sensei y otros compañeros de entrenamiento viajábamos para asistir a los cursos que Tamura Sensei daba en España y en Francia. Diferentes Sensei pero el mismo sueño en ambos, propagar y enseñar el Arte Marcial que O Sensei había creado y del cual ellos habían sido Uchi deshi, aprendices al lado del gran Morihei Ueshiba. Y curiosamente entre nosotros existía también el mismo sueño, beber de la fuente que nos acercaba más al conocimiento verdadero, al Aikido más cercano al Fundador.


Podría extenderme más con la lectura del libro, pero creo que sería redundante el hablar acerca de temas que todos los que practicamos Aikido de esta manera tan loca ya conocemos. Cuando entrenar se convierte en una necesidad, en una quemazón en tu piel, cuando te sientes inquieto, enfadado contigo mismo por no entrenar, cuando te frustras durante la práctica, cuando te vas a casa frustrado, cuando te planteas qué coño estás haciendo, si no estás tirando tu tiempo, cuando a pesar de los sinsabores vuelves uno y otro día a la práctica de Aikido, la lectura del libro del Sensei Piotr se convierte en un mirarte al espejo, o en mirar a tu interior y reconocer lo que ves allí escrito en papel.



 

No puedo hablar acerca del Sensei Chiba. Para mí fue siempre ese mito, ese personaje del que oía hablar a otros practicantes más veteranos acerca de su rudeza y bravuconería. En mi interior siempre albergué tener la oportunidad de entrenar con él, pero Tamura Sensei siempre fue mi primera opción. Era el Sensei al que seguía mi Sensei, y era la persona que se había ganado mi respeto derrotándome en el tatami, a pesar de que le atacara con toda mi fuerza e intención, jamás tuve una oportunidad de vencerle. Así se ganó Tamura Sensei mi respeto, sin imposiciones habladas, se ganó mi respeto con hechos, mostrándome lo verde que estaba y lo mucho que me faltaba por aprender. Pero Chiba Sensei siempre fue esa figura que idealicé, un tío duro del Aikido, un tío capaz de demostrar que el Aikido es efectivo, que no vacilaba ante un desafío.


Toda la parte del final es un hermoso relato a medias entre la admiración y el terror, pero que creo que captura con certeza la esencia de Chiba Sensei. A fin de cuentas era un ser humano como los demás, y la mística de la que imbuimos a nuestros Sensei tal vez no sea correcta. Chiba Sensei estaba lleno de defectos como todos nosotros, tenía sus propios demonios que combatir, igual que cada uno de nosotros. La perfección que creemos ver en nuestros Sensei tal vez no exista, tal vez sea una ilusión, un engaño que nos creamos para poder aspirar a ser algo más. La cruda realidad es que el Aikido no te cambia, no te hacer ser mejor, lo que traes en tu mochila el primer día de entrenamiento es lo que te va a acompañar durante toda tu práctica. Los grandes cambios no se producen tal como imaginamos o hemos escuchado. Tan sólo podemos aspirar a limar ciertas asperezas  de nuestra esencia, y aunque parezca poco, ese pequeño margen de mejora es mucho. Pero va a depender más de nosotros que de cualquier otra cosa.



 Para terminar os dejo con la reflexión final del Sensei Piotr acerca de qué pasará después de la muerte de Chiba Sensei. Una descripción muy acertada de la que desafortunadamente tuve que vivir después de la muerte de Tamura Sensei. Al final todos nos parecemos más de lo que queremos admitir, y lejos de nuestro propio narcisismo, las cagadas que hacen unos también las hacemos nosotros:


"Un estudiante expulsado teatralmente era más útil para la

estructura del dojo que aceptar la manifestación de la mediocridad

entre los avanzados. Como aquel soldado de las fuerzas especiales

que fue echado del programa de kenshusei (entrenamiento para

profesor) por perderse una clase. Resultó que había ido a una

reunión con sus amigos de combate. Chiba no mostró piedad y

nunca lo cogió de vuelta. Esa historia, en cualquier caso, vivió

durante décadas como un aviso. De un modo u otro, tomar una

decisión y adherirse a ella. Una lucha contra la mediocridad. Así es

como lo recuerdo.

El mundo actual intenta calzarnos en el papel de una batería de

pollos en una granja. Nos dicen qué comer, qué vestir, qué hacer,

qué comprar. Qué es apropiado y qué no; qué nos tiene que gustar;

qué tiene valor y que no. Qué es una pérdida de tiempo y qué está

bien. Es fácil desconectarse, flotar en un río tibio en un letargo

mediocre, dejarse llevar por una corriente somnolienta hacia la

tumba. En el letargo de quedarse embobado ante la televisión; en

el letargo de la inconsciencia eslava, cosechando pipas de girasol;

en el letargo de una mujer de algún pequeño pueblo, sentada en la

ventana sobre una almohada. Sensei nos arrastró del pelo fuera de

esta agua y no nos dejó volver. Tras su muerte, muchos

comenzaron a ir colina abajo desde el acantilado hacía un río tibio.

Comenzamos a poner en frases ordenadas, razonables, lo que nos

había hecho, intentando reducir su intensidad y comprenderlo. De

todas maneras, no hay nada que comprender – tienes que sentirlo.

Eso era golpear la cara de alguien que está dormido. No era

rellenar nuestras bocas con pulpa tibia sino coger una patata

caliente en nuestras manos. ¿Quién se mantendría en la orilla y

quién sería arrastrado dentro de la zona gris? ¿Realmente

necesitamos un papá todo el tiempo? ¿Se convertirían sus

enseñanzas en veneno sin él? O tenemos que matar el mensaje

porque su creador ha muerto, y ahora, de forma natural, ¿lo

cambiaremos todo en un símbolo de plástico fácil de tragar?

Veremos."

 



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