Libertad

 



 Libertad una palabra tan utilizada por tanta gente para conseguir sus propios fines, una palabra que sirve como pretexto para que se produzcan conductas más que reprobables. Curiosamente la gente que más suele utlizar esta palabra a la postre termina siendo la más dictatorial, la más autoritaria. Hoy en día parece que ha perdido su sentido y su valor, los abyectos políticos que tenemos la usan a todas horas, pero ninguno cree en ella realmente. Su único propósito al utilizarla es seguir mangoneando al pueblo mientras ellos y ellas se dan la vida padre, con sueldazos y algunos y algunas con escasa formación académica, no hablemos de la laboral porque eso sería describir como es el desierto.

Pero hubo un tiempo, desde la muerte del Generalísimo en su cama, hasta la llegada del horrible presidente José Luis Zapatero, un presidente que dejó una herencia espantosa: más de seis millones de trabajadores en el paro, un montón de familias con sus casas expropiadas por los bancos y la siempre oculta tasa de suicidios...¡Y a día de hoy dice que no fue culpa suya!¡Fue de la troika, de los poderes fácticos que conspiraban contra su Gobierno!¡Hace falta tener la cara bien dura! Desde su gobierno hasta el día de hoy la censura ha ido en aumento, con la ayuda inestimable de las redes sociales, donde la gente no debate, se posiciona en un extremo u otro, pero debatir, llegar a acuerdos, todo eso ha desaparecido.

Pero hubo un tiempo repito, hubo en tiempo, en que todo eso no existía. Salimos de una dictadura horrible con un dictador muerto en la cama, no derrocado, pero aún así, y gracias al esfuerzo de nuestros padres, de nuestras madres, de nuestros abuelos y abuelas, de la mayoría de españoles, conseguimos dejar atrás el pasado y empezar a mirar al futuro con cierto optimismo, aunque los ecos del pasado se empeñaban en volver como el maldito 23-F y el maldito Tejero con toda su patulea, el pueblo español no cedió y luchó por defender algo que no habían tenido durante más de 40 años….su libertad.





Yo crecí en esa España, la España de la transición, la España que entró en la OTAN, en la Comunidad Económica Europea, la España que celebró un mundial de fútbol, la España que celebró unas Olimpiadas. En esa España donde aún podías jugar con tus amigos en la calle, donde cogías la bici y te ibas a explorar tu entorno, donde quedabas con tus amigos en una plaza o en una calle y no existían los teléfonos móviles, donde la palabra de un adulto tenía peso y autoridad, donde a los catorce años si no querías estudiar tus padres te enviaban a trabajar, donde hacíamos el servicio militar….teníamos obligaciones, más que ahora, pero también éramos más libres. Si suspendías asignaturas era motivo de burla para el resto de tus compañeros de clase, no como ahora, donde los estudiantes se vanaglorian de suspender un número indeterminado de asignaturas. El esfuerzo se premiaba y recompensaba, y nuestros padres y madres insistían en la idea de ser responsables y personas de bien.

¿En qué momento empezamos a perder todo eso?¿En qué momento los perezosos y perezosas empezaron a a ser más importantes que las personas responsables?¿En qué momento el compadreo, el chivateo, el hacer la pelota, sustituyeron al rendimiento y a la responsabilidad?¿En qué momento empezamos a ver bien que jugaran y nos robaran nuestro dinero aquellos que decían ser nuestros representantes?¿Cuándo abandonamos lo que fuimos para ser algo que no sabemos ni lo que somos?

En esa España que crecí siendo un niño con la cabeza llena de fantasías se vivía mejor. El dinero que ganabas cundía más, trabajando lo mismo que ahora le sacabas más partido a la vida. Ahora tenemos más cosas pero somos más pobres, y nuestro sueldo está a años luz de rendir como el que teníamos antes. La gente se respetaba más, la gente se esforzaba más, tener un título universitario era algo importante, no como ahora, había una diferencia entre los que eran licenciados y los que no habían podido acceder a la universidad. El rendimiento y el esfuerzo eran tenidos en cuenta, ahora….

En mi región hablábamos castellano y valenciano, sin imponer ninguno de los dos idiomas, sin sentirnos marginados o pensando que “el valenciá iba a desaparecer”. Hablábamos los dos idiomas dependiendo de lo que tus amigos o familiares hablaran. Nada se imponía, las cosas se hacían con normalidad. Nadie cobraba un sueldo por decir que el valenciano estaba perseguido y el idioma no suponía una traba para acceder a una oposición...como todo, eso también cambió.


                                                    


Y en esa España de libertad ganada con sangre y sudor, crecí y conocí a mi Sensei, y después a Tamura Sensei. En esa España viajamos a Alicante, Madrid, Valladolid, Toledo, Santander, Zaragoza, León, cualquier ciudad donde Tamura y Yamada Sensei dieran sus cursos de Aikido, siempre buscando aprender más del Aikido, a través de la manera que conocíamos, entrenando y esforzándonos.

Unos años que echando la vista atrás parecen mágicos, llenos de buena gente, de buenas intenciones, de ilusión por aprender todo lo posible, de fiestas hasta altas horas de la madrugada para estar al día siguiente en el pabellón para seguir entrenando. Unos años llenos de luz, llenos de la inocencia y de la ignorancia de muchos de nosotros por un Arte Marcial que nos cautivó y conquistó el alma a través de la figura de Tamura Sensei.










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