Si tú caes, todos caemos

 



"De la conducta de cada uno

depende el destino de todos"


Alejandro Magno


Días de las fiestas patronales de mi pequeña y hermosa ciudad, unas fiestas con las que como cada castellonense de cierta edad, ha tenido sus idas y venidas. De pequeño las fiestas significaban subir a la Magdalena, ver las mascletás y los castillos de fuego. En la adolescencia todo eso se mantuvo pero con el añadido de la ingesta de grandes cantidades de alcohol que te hacían deambular por la Ciudad un poco en modo zombi. Llegada la edad adulta pero no la sensatez las fiestas se dividían entre trabajar, salir de fiesta y empalmar con el trabajo sin haber pegado ni ojo. Y cuando por fin fui padre resultó que en  mi trabajo cuando más se curra es precisamente en las fiestas patronales.  


Al principio resultaba extraño eso de trabajar mientras el resto de la gente está de fiesta, pero pasados unos años te acostumbras y tu perspectiva de las fiestas cambia, ya que se convierten en una oportunidad de obtener más ingresos. Podría parecer una putada, pero trabajar aguantando a la gente en su salsa, algunos bastantes cocidos por la bebida, y la legión de ofendidos que utilizan las fiestas para mostrar su descontento con el gobierno de la ciudad, te colocan en una posición donde ves a la gente y a las cosas desde otra perspectiva.



 

Cuando el volumen de trabajo es mayor de lo habitual, y cuando trabajas mirando el reloj porque si te entretienes mucho haciendo una faena no llegas a la siguiente, aprendes que saber organizar el trabajo es de suma importancia. Esto es algo básico que todo el mundo entiende, pero lo que cuesta más de entender es que aparte de organizar el trabajo tienes que crear un buen clima de trabajo entre tus compañeros, y esto ya es harina de otro costal. 


En lugares donde el rendimiento está por debajo del peloteo y el chivateo, es bastante común observar y vivir en tus propias carnes conductas propias del Antiguo Régimen, el "¡aquí se hace lo que yo digo, y punto!". Todas las teorías sobre formar equipo, buen trato a los compañeros son ninguneadas en pós de quedar bien con el jefe. El problema es que en este tipo de organizaciones las personas encargadas de organizar las tareas no suelen estar elegidas por su rendimiento. Hay un alto porcentaje de gente que está allí por ser hijo o hija de, por deber algún tipo de favor, porque me interesa tener un chivato entre cierto nivel de la organización, etc,etc...y aquí surgen los problemas, cuando la demanda es poca todo parece ir bien, pero cuando la demanda aumenta entonces la ineptitud y las malas artes aparecen, reventando cualquier buen clima de trabajo. Los insultos a los compañeros aparecen, el hacer de menos a los demás para yo quedar bien aparece....y al final el trabajo acaba recayendo en los que precisamente si rinden, mientras que los otros se dedican a otros quehaceres que nada tienen que ver con la faena.




Y así llegamos a lo nuestro, al Aikido, un Arte Marcial que te enseña a hacer lo correcto en todo momento, ya que sino lo realizas, no funciona. Actitud correcta, movimiento correcto, relajación correcta, distancia correcta...una manera de trabajar sobre nosotros mismos, una manera de aprender que las cosas hay que hacerlas bien. Las malas artes también existen dentro del mundo del Aikido, y algunos de los casos que he mencionado anteriormente florecen, por desgracia, dentro del Aikido, pero afortunadamente el Dojo es nuestro lugar de prueba. La verborrea y todas las demás mierdas desaparecen una vez empiezas a trabajar y sale, se muestra a los demás, tu verdadero nivel, no el que tú dices poseer, tu verdadero nivel, que la mayoría de las veces es menor de lo que piensas. 


En la vida hay demasiados y demasiadas hijos e hijas de puta, pero el Aikido nos ayuda a enfrentarnos a ellos y a ellas. Toda esta chusma adolece de ser perezosos y perezosas. Una persona bien entrenada en Aikido tiene muchas más capacidades que esta gentuza, como dice Ilia Topuria "no tienen nada que hacer". Trabaja en tu trabajo igual que en el Dojo, y tu propio trabajo arrasará con esta gentuza. Aunque el rendimiento esté minusvalorado siempre será la parte esencial de cualquier trabajo, de cualquier entrenamiento, de cualquier práctica de Artes Marciales.



Pero no te confíes, la gentuza siempre maquina, siempre buscan la manera de joder a los demás, sobre todo a aquellos y aquellas que les hacen sombra. No desfallezcas, lucha, lucha todos los días. Tu propio entrenamiento, tu compromiso con las cosas buenas, tu sentido del deber y la responsabilidad es lo que hace que esos malnacidos se mantengan a distancia...eso, y el peso de la Ley. ¡No dudes en denunciar a quién quiere amargarte la Vida! Tu vida te pertenece a tí, a nadie más, ¡a nadie más!


Un fuerte abrazo,




Félix

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