En la infinidad de la Mancha

 



"La senda de la virtud es muy estrecha

y el camino del vicio ancho y espacioso"


Don Quijote de la Mancha


Cuatro días visitando La Mancha, cuatro días volviendo a una parte de mis orígenes, volviendo a esos viajes que realizaba con mis abuelos en el Seat 850, viajando de Madrid a Castellón y viceversa por la entonces carretera nacional. ¿Cuántas veces he podido contemplar los campos rojos de La Mancha a lo largo de este medio siglo de vida? Primero con mis abuelos, después con mis padres, después desde el tren, el Intercity, después viajando con mi Sensei y otros amigos a entrenar Aikido en los cursos de Tamura y Yamada Sensei, a los cursos de Claude Pellegrin Sensei, después siendo padre y viajando solo o con mi amigo hermano Roberto para entrenar el Sábado todo el día y el Domingo ir a trabajar. Y ahora tengo la gran fortuna de viajar con mi mujer, mis hijos y las peludas por estos campos y carreteras donde el tiempo parece detenerse por un instante. Carreteras kilométricas con rectas que desaparecen en el horizonte siempre rodeado del campo de La Mancha. 


Esta vez el tiempo fue generoso y nos regaló una borrasca con nombre de uno de los mejores amigos de Nico Toscani, Nelson, pero no era Nelson Fox, tan sólo Nelson. Nelson regó abundantemente los campos manchegos dándoles junto con la llegada de la primavera un verdor inusitado y estimulante a la par, un verdor que hacía que La Mancha resplandeciera con toda su belleza, esa que parece estar oculta pero que sin embargo, ahí está.




Perdidos en los campos de la Nava de Ricomalillo buscando el molino de la familia, siendo atacados por abejas ala acercarnos demasiado a sus colmenas, caminando campo a través rodeados de las jaras florecidas, siguiendo el curso del río hasta encontrar por fin el molino y ser testigos de la barbarie y de la poca conciencia de un puñado de malnacidos, volviendo a la Nava para darnos cuenta que habíamos errado el camino de ida al molino, comer cocido abundantemente con la familia, escuchar viejas historias familiares acerca de donde proviene la familia, pasear por el mercado de Talavera de la Reina, comprar cardillos, chorizos, queso, hablar con la gente de La Mancha, detenidos momentáneamente en el tiempo y disfrutando de ese algo que perdimos con la invasión tecnológica, volviendo a conectar como lo habíamos hecho antes, hablando, mirándonos a la cara, escuchando...un regalo que es otorgado sin pedir nada a cambio. 

De vuelta a casa, parando en el pueblo de Dulcinea, comiendo y tomando café en El Toboso, visitando la casa de Dulcinea, imaginando a Don Quijote visitando a su amada aunque fuera sólo un pequeño instante. Conducir sumido en pensamientos y sentimientos de agradecimiento....¡La Mancha Sancho, La Mancha! 




Y al llegar otra pequeña excursión, esta vez a la Matarraña, otro paraíso escondido a apenas dos horas de mi pequeña ciudad costera. La Naturaleza mostrándote lo insignificante que eres a su lado, inundándote con esa belleza que sólo la Madre Naturaleza puede crear. Una lección de humildad y de recordarte que todos estamos sometidos a sus leyes queramos o no, ¡queramos o no!


En el devenir de esta semana la sensación de que cuanto más contacto mantengo con la Naturaleza más sentido encuentro a mi Vida, a mi entrenamiento y al Arte Marcial que con tanta pasión practico...¡el Aikido!


Pero a pesar de todo la maldad humana hace acto de presencia, tal vez sea inevitable, y nuestra envidia y nuestras malas artes nos acompañen a pesar de nuestros esfuerzos. Los matones tienen la mala costumbre de aparecer siempre, tienen la mala costumbre de emponzoñar cualquier atisbo de buenas situaciones, pero para eso estamos nosotros, para combatir a esa chusma y hacerles entender que sus malas acciones solo tienen un final, un final malo para ellos. 




 

Félix

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