Marubashi tío, Marubashi!!

 



" EL espíritu del Aikido es el Budo,

sin él se convierte en una danza vacía.

El Aikido es y siempre será Budo"


Mitsugi Saotome Sensei


Hace ya muchos años que pude leer el libro de Saotome Sensei "Aikido y la armonía de la Naturaleza". La primera vez que oí hablar de Saotome Sensei y de si libro fue en la revista Cinturón Negro. Por aquel entonces Saotome Sensei enseñaba Aikido en Washington DC, y en las fotos que aparecían en la revista aparecía una en la que Saotome Sensei iba vestido con sombrero de cowboy, dando a entender lo bien que se había integrado en los Estados Unidos. En la entrevista había referencias a su libro pero por más que buscaba en las librerías no lo encontraba. Al final gracias a una compañera de entrenamiento, Linda, que era estadounidense y sus padres vivían en Cleveland, conseguí el libro en inglés, gracias a que Linda me lo trajo en uno de sus viajes para visitar a sus padres. 


La lectura del libro estuvo a la altura de mis expectativas, y fue uno de esos libros que releí una y otra vez. Allí fue donde conocí el concepto de marubashi, un concepto que venía a ser una metáfora de la vida y la muerte. Saotome Sensei lo ejemplificaba  con un dibujo donde dos samurais se encontraban caminando sobre un tronco que comunicaba dos montañas. Sólo había espacio para uno, los dos al mismo tiempo no podían pasar. Si te apartabas a un lado caías al precipicio y si entrabas en combate tu única opción era ganar el terreno de tu adversario, tenías que quitártelo de encima. La opción de esquiva no existía así que te enfrentabas a la Muerte de una manera directa, sin huir, sin temor.




A menudo este concepto acude a mi mente durante la práctica en el Dojo. No son pocas las veces en que ante la amplitud del tatami salgo en excesivo para esquivar el ataque de Uke, con lo que lo único que consigo es perderlo, y después intentar interaccionar con él utilizando más un forcejeo que la propia técnica. Pero cuando me obligo a no huir, cuando me obligo a quedarme cerca de él y encontrar esa pequeña ventana en su ataque que me permite entrar dentro de su ataque, todo el trabajo cambia, y mis acciones empiezan a recordar algo de lo enseñado por el Sensei.


Uno de los problemas que observo como practicante es la frase tan manida que acaba por ser una coletilla, aquello que O Sensei dijo de que "el Aikido es amor". En nuestra mente occidental de ver y entender el mundo usamos esa frase con un concepto más parecido al amor hippie de los años 60 y de las manifestaciones contra la guerra de Vietnam, que parándonos a pensar a qué se refería un señor japonés de setenta años que había nacido en el siglo XIX, que había pasado por la guerra de Japón contra Rusia, que había pasado por la Segunda Guerra Mundial, que había sido testigo de la destrucción masiva de vidas humanas con el lanzamiento de las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki, que venía de una sociedad donde el hombre era el rey y la mujer una acompañante....¿qué cojones quería decir O Sensei con Amor? 




Conforme pasa el tiempo me cuesta creer más esta proclama de amor hippie basado en el consumo de sustancias e influenciado por el amor Disney y de culebrón USA que cada uno de nosotros tenemos instalado en nuestras cabecitas. Mi abuelo seguro que tenía un concepto diferente del amor al de mi padre, y lo mismo sucede entre mi padre y yo, entonces ¿por qué insistimos en darle a las frases de O Sensei nuestro sentido de ver la vida? 


No creo que el Aikido sea una escuela para el buenismo imperante de estos días, de hecho, cada día somos más conscientes de que este buenismo no conduce a nada bueno sino más bien a lo contrario. Nos preocupamos por el mundo que dejaremos cuando ya no estemos pero ¿quién se preocupa de las personas que lo habitarán?¡Igual creamos un Paraíso terrenal poblado de hijos de puta egocéntricos! 


Querer despojar al Aikido de su origen, del Budo, para mi modesta forma de ver las cosas es un gran error. En el momento que perdemos la seriedad en el entrenamiento, en el momento que impera el "esto no va de pegarnos" estamos condenados al fracaso más absoluto. La compasión sólo puede nacer de pasarlo mal, ya lo dicen nuestros mayores, " de épocas duras nacen personas fuertes, de épocas de bonanza personas débiles". 






La Postmodernidad nos ha enseñado a relativizar las cosas, pero eso puede que tan sólo sea una percepción nuestra, y como tal puede ser errónea. El Bien y el Mal existen al igual que la Vida y la Muerte. El entrenamiento en Aikido, el entrenamiento en Artes Marciales nos recuerda esta verdad. Una hostia es una hostia y siempre será una hostia por mucho que lo relativices...en palabras de mis adoradas películas de acción de los años ochenta te diría " Marubashi tío, Marubashi....la lucha entre la Vida y la Muerte, entre la Verdad y la Mentira...Marubashi, Marubashi".









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