Pies descalzos, mente en alto

 



"Yo no soy un hombre.

Soy un campo de batalla"


Friedrich Nietzsche


Días de tormenta interior, días de aumentar la lucha interna que libro cada día. Lejos de avistar cualquier progreso sigo inmerso en mi batalla interior, donde la tristeza y la melancolía tiran de mí para que sucumba ante el peso de la Realidad y abandone cualquier tipo de Esperanza que me ayude a seguir combatiendo un poco más, tan sólo un poco más...A estas alturas del cuento no concibo nada con claridad. La rotundidad de mis jactancias del pasado han dado paso a un continuo desengaño al empezar a comprender con 51 años que mucho del mundo que había conocido no era como pensaba, que los malos ganaron la batalla hace mucho tiempo, que he vivido en un mundo de espejismos donde lo que parecía ser no es, y lo que no parecía ser ES.


Ante tal descubrimiento apenas me atrevo a decir algo, algo que parezca tener sentido. Puedo estar hablando de chorradas durante horas, pero cosas con sentido, palabras que rezumen algún tipo de enseñanza o sabiduría ninguna. ¡Qué triste es despertar a la Realidad de tu vida!¡Comprobar que el Mundo te ha pasado por encima y te ha dejado a un lado! Pero esa es mi maldita Realidad. No tengo por qué aceptarla, no tiene por qué gustarme, pero esa es la puta realidad.



Y ahora, ¿qué hago?¿Qué cojones se supone que debo hacer? El Silencio es la única respuesta. Nada me da a entender que algo vaya a cambiar, pero una certeza tengo, la culpa, la maldita culpa, no me ayudará. Sentirme culpable por algo que hice, dije, dejé de hacer, no dije, pensé, no pensé....nada, nada de eso va a conseguir que me sienta mejor, que me proporcione esa pizca de alegría que con el transcurrir del Camino se ha ido diluyendo. Queda algo, pero es tan poco, es como agua en el desierto, en el Desierto de esta Realidad a la que he despertado y he visto que mis Sueños de joven han muerto, han sido calcinados bajo el Sol abrasador del paso del Tiempo.


No culpo a nadie, nadie es responsable de mis errores, nadie es responsable de mis fracasos, nadie es merecedor de recibir mi Ira injusta. Hice lo que hice, decidí lo que decidí, creyendo que era la mejor opción. El Tiempo me ha enseñado que estaba equivocado, me ha puesto en mi sitio. Acepto mi posición pero me gustaría no sentirme tan contrariado por ello.






Practicando en el Dojo, solo o en compañía, encuentro algo de Paz, algo que da una pequeña tregua a mi batalla interior, algo que me ayuda a estar mejor con mi familia. A fin de cuentas ellos son lo más importante. Mis lloros y quejas no tienen por qué entorpecerse con su Vida. Mi Esperanza es que de mis errores, de mis fracasos, consiga ayudarles a que no los cometan, ayudarles a que tomen mejores decisiones. Si consigo eso, entonces toda esta miseria interior que me corroe habrá servido para algo. 

Cada día me acuerdo más de aquella conversación de John en la barca, y de aquella conversación mientras hablaba alejándose hacia el Horizonte, aquellas frases se repiten como un mantra dentro de mi cabeza: "Soy prescindible", " Vivir día a día".


Y seguir con mi campo de batalla interior...día a día, día a día. El final ya me lo sé, no voy a salir vivo de esta, pero intentaré batallar todo lo que pueda, y como Vic Sage decía, batallar incluso diez minutos después de estar muerto.




Un fuerte abrazo,







Félix

Comentarios

Entradas populares de este blog

Detrás de las apariencias

Lucha eterna

Bill Finger