El sable no perdona
"La paciencia y la persistencia son las claves
para superar cualquier obstáculo"
Miyamoto Musashi
Otra lección aprendida ayer en el Dojo, la importancia de no doblar los brazos cuando estamos utilizando el bokken. A fin de cuentas el bokken es una representación en madera del sable, de la katana, y nos permite un margen de error que con la katana no tendríamos. El sable cumple una doble función: atacar y defendernos al mismo tiempo. Como en el Iaido, como en el Kendo, nuestro ataque ha de convertirse al mismo tiempo en ataque y defensa, y lo mismo ocurre cuando hacemos una entrada para contrarrestar el ataque del compañero.
En Aikido, en Iaido, en Kendo, no llevamos escudo, no tenemos nada físico más allá de nuestro cuerpo que pueda bloquear el ataque del contrario, lo que hace que la postura, el Kamae frente a Uke sea diferente. Debemos enfrentarnos cara a cara con Uke, y al mismo tiempo tener una figura triangular, similar a la de la punta de una flecha de caza. Nuestro bokken partiendo desde la línea del centro, la línea que separa al cuerpo en dos mitades casi iguales sería la punta de esa flecha. Nuestro cuerpo sería la base de esa posición triangular.
Con esta posición intentamos reducir la superficie donde nuestro compañero pueda cortar, golpear, agarrar, donde podamos sufrir el mínimo daño posible. Presentarse abiertamente frente al otro, en una posición más redondeada, más abierta, es una invitación para que sufras más daño del que tenías previsto.
El sable nos enseña a que cada error cuesta sangre por muy mal que suene decirlo o escucharle. La Katana es un sable extremadamente afilado diseñado para provocar un corte profundo en el enemigo. Ante tal capacidad de daño no podemos descuidar nuestra posición, nuestro Kamae, nuestro trabajo. En un combate de sables es nuestra Vida y la Vida de nuestro enemigo las que se ponen a prueba. Un error, por pequeño que sea, por insignificante que resulte nos costará una herida, que tal vez sea mortal.
Cuando trabajamos en el Dojo con las armas estaría bien no perder de vista que es lo que representan en realidad, cuál es su procedencia, para qué se desarrollaron. El trabajo con armas nos retrotrae a la realidad del antiguo campo de batalla donde la consigna era luchar para sobrevivir. Las coreografías vacías que vemos en muchas demostraciones de Aikido hacen un flaco favor al trabajo de armas en Aikido.
Tal vez en vez de buscar la espectacularidad sería más sensato buscar la eficacia, buscar un trabajo que el espectador desde fuera crea que esos dos tíos que está viendo frente a él realmente quieren matarse. A menudo este trabajo de armas me recuerda a los Katas de Karate que veo realizar a antiguos Maestros, donde las florituras han desaparecido dejando paso a una realidad incontestable del combate, esto va de pegar y de que te peguen, y para aceptar eso, para trabajar eso has de ser fuerte pero más que en el físico, en el plano mental y en el espíritu, o en tu determinación de querer salir vivo del campo de batalla.
Félix
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